No cabe duda que nada es para siempre, situación que fue comprobada por la sociedad norteamericana en octubre de 1929, cuando despues de una decada de gran bonanza, los viejos postulados económicos de los clásicos y "la mano invisible" perdieron credibilidad, ante una crisis económica de dimensiones globales, misma que cambiaría para siempre la manera tradicional de entender la ciencia económica.
